Maltrato Psicológico


El maltrato psicológico es una forma específica de agresión o maltrato, donde una persona ejerce un poder sobre otra, con conductas intencionadas y repetidas que agreden la estabilidad emocional de la víctima.

El objetivo es hacer sufrir a la víctima y para ello puede recurrir a comportamientos como poner en ridículo, culpabilizar, intimidar, insultar, rechazar o humillar.

Siempre que hay maltrato físico hay maltrato psicológico, pero cuando hay maltrato psicológico, puede ir acompañado o no de maltrato físico.

Cualquier persona puede ser víctima del maltrato, tanto físico como psicológico. El maltrato no entiende de edad, sexo, nivel de estudios o posición social.

Normalmente el maltrato psicológico se asocia a las relaciones de pareja, como en el caso de la violencia de género, pero lo cierto es que puede ocurrir en cualquier ámbito, como el laboral, en este caso estaríamos hablando de acoso laboral o en el ámbito escolar hablamos de acoso escolar o bullying.

A diferencia del maltrato físico, que es muy evidente porque conlleva una acción violenta que provoca lesiones, el maltrato psicológico es mucho más sutil, tanto que muchas veces es difícil de detectar tanto para las personas que rodean a la víctima como para la propia víctima.

Es importante decir que una relación no empieza nunca con maltrato psicológico, primero es necesario crear un vínculo de confianza para que la víctima baje sus barreras defensivas, y después poco a poco un hecho da pie al otro y así consecutivamente hasta que se crea un círculo vicioso del cual resulta difícil salir.

Para entender esto, podemos verlo con un ejemplo.

Si ponemos una rana en una olla con agua hirviendo, su primera reacción es escapar de esa situación. Pero si ponemos a la rana en agua tibia, esta se relaja, es como si estuviese en un Yacusi. Pero sin que se dé cuenta, vamos aumentando la temperatura del agua hasta que llegue a hervir. Como vamos poco a poco, cuando la rana se da cuenta de que el agua está hirviendo y quiere salir, ya no puede hacerlo porque sus músculos están entumecidos por el calor.

Lo mismo ocurre con el maltrato. Si nos maltratan el primer día, nuestra primera reacción sería escapar, pero al ser algo tan sutil y gradual, cuando nos damos cuenta de que estamos en una situación de maltrato y queremos escapar, es muy difícil, porque estamos demasiado enredados en la tela de araña que ha tejido el agresor.

Sin embargo, existen algunas conductas comunes en las personas que ejercen la violencia psicológica a las que podemos atender para detectar si está ocurriendo este tipo de maltrato.

La persona maltratadora, normalmente de manera sutil al principio, pero más evidente después, comienza a coartar la libertad de la otra persona para relacionarse o hacer determinadas actividades. La trata como si fuese un objeto de su propiedad, de forma que no le permite ser quien realmente es.

  1. Ejerce control sobre la víctima:
    • Con celos injustificados. Cuando no están juntos, la llama continuamente por teléfono, quiere saber con quién está, dónde y, a veces, incluso cómo va vestida.
    • Invadiendo constantemente su intimidad: Por ejemplo, revisa con quién ha estado, qué personas están en sus redes sociales, con quién ha hablado, escucha o lee sus conversaciones, …
      El control del teléfono, a día de hoy es uno de los ejemplos de violencia psicológica más habituales que podemos encontrar.
    • También, con la excusa de que la quiere proteger, trata de alejarla de aquellos que «pueden hacerle daño».  Ejerciendo control de las amistades, intentando alejarla de aquellas personas que pueda sospechar que tengan una buena relación con ella, para que se quede sola, sin una red de apoyo. De esta forma provoca un aislamiento forzoso de la víctima, hasta que toda su vida gira exclusivamente en torno a su agresor, queda a su merced.
    • Además de estas limitaciones a su autonomía, también puede limitar sus recursos económicos, ya sea gestionando sus ingresos o porque no le permite trabajar, diciéndole, por ejemplo, «no hace falta que trabajes, ya trabajo yo«.
      Así, la persona maltratadora ejerce el sustento económico del hogar y limita la capacidad de la víctima para ser independiente, asegurándose su sumisión y evitando que lo abandone, ya que depende económicamente de él.
  2. Ejerce una infravaloración continua: le repite con insistencia que no vale nada, que sus sueños no son válidos, que si lo deja no habrá nadie que la quiera como él. De esta forma va minando la seguridad y la autoestima de la víctima y así acaba haciendo que dependa emocionalmente de él.
    • Para conseguirlo, la ridiculiza, insulta, humilla, la juzga y la critica por cada cosa que hace, y lo hace de forma desproporcionada, a veces incluso sin datos reales que sustenten la crítica, y le recuerda constantemente todos sus errores, hace comentarios sobre su aspecto físico, o cosas que ha hecho, haciéndole notar que es inferior.
    • La culpa y le hace creer que es la responsable de todo lo que sucede.
    • Se burla de sus creencias o ideales o le obliga a cambiarlos y que acepte los suyos.
      Incluso hay quienes también restringen la libertad de pensamiento, impidiendo leer un libro, ver la televisión o navegar por internet, para que no se informe y desarrolle un pensamiento independiente.
    • No valora la opinión de la víctima y le impide tomar decisiones importantes, que siempre corren a cargo del maltratador.
    • Ignora sus necesidades emocionales. Por ej., cuando la víctima está triste, en lugar de validar su emoción, la desprecia y le dice que no tiene motivos para estar así.
    • Le hace luz de gas, transformando la realidad para intentar confundirla y manipularla.
    • E incluso puede ocultarla a su familia, amigos y conocidos y obligarla a actuar en público como si no mantuvieran una relación, a pesar de que en la intimidad le expresa su compromiso y la relación es estable.
  3. Usa el chantaje emocional y la manipulación para conseguir que se sienta mal o culpable si no consigue lo que él desea.
    Pone en duda los sentimientos hacia él si no está dispuesta a hacer lo que él quiere, “Si me quisieras de verdad, lo harías”.
    De esta forma, la manipulación acaba siendo constante, fortaleciendo aún más el control de la persona agresora hacia su víctima. Incluso puede ejercer una insistencia continua para obligarla a mantener relaciones sexuales.

Cuando la víctima intenta poner límites o incluso dejar esa relación, la persona maltratadora suele recurrir a:

  • La intimidación y las amenazas, ya sea mediante gritos o con una postura corporal amenazante que anticipe una agresión inminente, como elevar un puño en el aire. Son amenazas que no solo se refieren a la víctima, sino que también pueden implicar a su familia, hijos o animales.
  • También puede recurrir a la destrucción de bienes o de objetos que son propiedad de la víctima. Tras esta conducta puede percibirse una amenaza oculta, pues la víctima puede tener miedo de sufrir también una agresión en algún momento.
  • De esta forma, el agresor logra una posición permanente de poder y autoritarismo, en la que consigue que se cumpla todo lo que quiere, sin tener en consideración los deseos de la víctima.
  • Además, en el momento en el que la pareja intenta salir de este abuso la persona maltratadora, suele mostrarse como alguien débil, a través de los lloros y la desesperación. Jura y perjura que va a cambiar y que lo que hace es solo por amor. A través de este falso arrepentimiento, la víctima puede llegar a olvidar las discusiones en la pareja, los insultos y toda la violencia psíquica recibida y una vez que se confía, y pasa esta fase que se conoce como de luna de miel, el ciclo de la violencia vuelve a empezar, siendo cada vez los el maltrato más fuerte y más largo y la fase de luna de miel más corta, llegando incluso a desaparecer.

Aunque la violencia psicológica puede pasar desapercibida en muchas ocasiones, el maltrato siempre causa un gran daño en la persona que la padece, como:

Si alguien está sufriendo maltrato psicológico, el primer paso es reconocer el abuso. Una vez detectado, es vital salir de la relación.

Pero es bastante habitual que la persona que está siendo víctima de este tipo de maltrato no lo reconozca inmediatamente. En un primer momento se preguntará si habrá provocado de alguna manera esa reacción o si estará exagerando. Y en un intento de buscar una explicación, suele culpabilizarse. Más tarde, es probable que piense que se trata de un problema puntual y que lo mejor es no decir nada ya que con ello solo podría empeorar la situación.

A veces, el ser víctima de maltrato, casi siempre por parte de una persona a la que queremos, es tan difícil de aceptar que se ponen en marcha nuestros mecanismos de defensa y negamos la violencia o buscamos justificaciones para el comportamiento del agresor.

Dado que en la gran mayoría de los casos no es fácil salir de esa situación, debido a la situación en la que se encuentra la persona afectada, atrapada en la red del maltratador, es muy importante pedir ayuda, ya sea a familiares y amigos, como denunciándolo en la policía o en el caso de la violencia de género, llamando al teléfono 016, de atención a las víctimas.

En todo caso, una vez que la persona está lejos de su agresor, es muy importante que acuda a terapia psicológica, a través de la cual, podemos estabilizarla psicológica y emocionalmente, integrando diferentes técnicas, como la visualización, la relajación y el mindfulness, o diferentes modelos como el cognitivo conductual o el EMDR, que ha demostrado ser muy eficaz para identificar las situaciones traumáticas y procesar la experiencia despojándola de su carga emocional negativa.

En el siguiente video puedes ver nuestra entrevista sobre Maltrato Psicológico realizada por Saremind Psicología.

En Milego Psicología te podemos ayudar.

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