El nombre de depresión es ampliamente conocido y utilizado en nuestro lenguaje cotidiano. Así, con frecuencia
calificamos nuestro desánimo o tristeza como “estar deprimido”, o aludimos a las situaciones que nos abaten o entristecen como “deprimentes”.
A nivel clínico, la depresión representa un complejo síndrome que engloba los siguientes síntomas:
- SÍNTOMAS AFECTIVOS: tristeza, abatimiento, desánimo, disminución de la capacidad de disfrute, apatía o indiferencia, etc.
- SÍNTOMAS CONDUCTUALES: agitación motora, lentitud al hablar y andar, disminución del nivel de actividad, etc.
- SÍNTOMAS COGNITIVOS: Disminución de la capacidad de concentración, memoria y atención y con ellos, del rendimiento, incremento de las cogniciones negativas autorreferidas (autocrítica, autoculpa, etc.).
- SÍNTOMAS FÍSICOS: Insomnio o hipersomnia, disminución del apetito, de la actividad y del deseo sexual, dolores y molestias.
- SÍNTOMAS INTERPERSONALES: disminución del interés por los demás, deterioro de las relaciones sociales.
Estos síntomas no se dan en todas las personas en la misma medida, ni incluso en una misma persona de un episodio a otro, lo que todavía hace más amplia la variedad de formas de padecimiento de la depresión.