Llamamos crisis de angustia o ataques de pánico a una respuesta repentina de miedo o malestar intenso, que llega a su pico máximo en los primeros 10 minutos y que se manifiesta por cuatro o más de los siguientes síntomas.
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
- Sudoración
Temblores o sacudidas
- Sensación de ahogo o falta de aliento
- Sensación de atragantarse
- Opresión o malestar en el pecho
- Náuseas o molestias abdominales
- Inestabilidad, mareo o desmayo
- Miedo a perder el control o a enloquecer
- Miedo a morir
- Sensación de entumecimiento u hormigueo
- Escalofríos o sofoco
- Sensación de irrealidad o de estar separado de uno mismo
Hay crisis de ansiedad que se dan ante situaciones o cosas concretas, como ocurre en las fobias. Un ejemplo sería la fobia a las arañas, en la que cada vez que la persona ve a una araña tiene una reacción de ansiedad intensa y desproporcionada.
Si las crisis de ansiedad aparecen de forma inesperada y recurrente ante lugares o situaciones determinados, al menos durante un mes, estamos ante un trastorno de pánico do de angustia. Cuando esto ocurre, se desarrolla miedo a volver a tener nuevas crisis, preocupación por las implicaciones de la crisis y sus consecuencias y cambio significativo del comportamiento relacionado con las crisis. Por lo que si tuvimos ansiedad en un supermercado, es fácil desarrollar cierta predisposición a sufrir nuevas crisis en el supermercado. Esto hace que se asocie supermercado con ansiedad y la próxima vez que tengamos que ir es probable que sintamos miedo ante la idea de ir solos. Esta asociación es muy difícil que se rompa por sí sola, y si no hacemos nada, con el tiempo se hará más fuerte aunque dejemos de ir al supermercado. Esto es así porque si evitamos ir al supermercado, no sentimos ansiedad. De esta forma fortalecemos la idea de que no tuvimos la crisis porque no fuimos, aumentando así el miedo a ir al supermercado.
Como consecuencia, muchas personas evitan las situaciones temidas, por lo que el miedo tiende a aumentar y a generalizarse a otras situaciones relacionadas. Estamos entonces ante lo que llamamos agorafobia.
Si se padecen crisis de angustia o ataques de pánico, es aconsejable acudir a un especialista, ya que sin tratamiento adecuado, los síntomas se irán agravando haciendo que las distintas áreas de la vida de la persona se vean seriamente afectadas.
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